sábado, 15 de marzo de 2014

Capítulo 1 (Las sirvientas del Mal)

Capítulo 1: Amigos desde la infancia.

Eran los últimos días para acabar el primer trimestre del instituto, los exámenes estaban por caer y Mario estaba muy agobiado por todas las tareas de las asignaturas, trabajos de lectura y todo lo que suele ser un auténtico coñazo para cualquier estudiante, por suerte sabía que después de ese tiempo de martirio y sacrificios llegaban las vacaciones de Navidad, un gran regalo para relajarse y dejar descansar la cabeza.

-Hola Mario, ¿qué tal te ha ido el examen? - le preguntó una chica con una sonrisa de oreja a oreja, y una voz muy agradable cada vez que la escuchaba.

-Hola Ryan, la verdad me ha ido bastante bien, gracias - le respondió, con una sonrisa y sintiéndose como cada vez que estaba al lado de ella, el corazón se le aceleraba, la respiración se le agitaba, y le era muy difícil no perder la calma a su lado.

Se conocían desde hacia ya unos años y aunque siempre se habían apoyado en todo, con la edad empezó a imponerse un sentimiento de incomodidad de parte de ambos, algunas veces hasta se creaba un ambiente con un silencio tan tenso que Mario sentía iba a resquebrajarse si no ponía algún de tema de charla. Ambos sabían los sentimientos hacia el otro o al menos los intuían, pero ninguno de ellos había sido capaz de expresarlos al otro.

Habían sido muchas veces los intentos de Mario, muchas las horas practicando como un tonto delante del espejo del baño, buscando la manera de decírselo a ella, pero la cosa cambiaba enormemente al estar frente a ella, se le hacía un nudo en el estómago y su voz quedaba completamente paralizada por el pánico que sentía su conciencia, con la posible negativa siempre presente.

-Que bueno - le felicitó, apartando momentaniamete la mirada de Mario, por intentar controlar sus nervios - oye, ¿te...te gustaría que hiciéramos...algo...estas navidades? - le preguntó, sintiendo que el corazón se le iba a salir de la boca, haciendo callar la vocecilla de su cabeza que le decía << por fin te atreviste tía, ha sido tan difícil?>>.

-¿Los dos?... - preguntó, <<¡¡eres idiota!!>> se etiquetó en su mente, <<y qué lo digas...debería darte vergüenza que te lo haya pedido ella, pero que ahora encima preguntes cosas tan estúpidas>> le dijo una vocecilla de su subconsciente - quiero decir...sí...sí me encantaría - Mario nunca lo pasaba tan mal, como tener que hablar con Ryan a solas, esa tensión, todos esos nervios le volvían los minutos al lado de ella eternos.

-¿Me das tu número de teléfono?, es que perdí el móvil y como no había guardado ningún número en la tarjeta SIM, perdí todos los contactos - inquieta pues podía notar la tensión de su compañero y de la forma en que la miraba, sabía lo que le hacía sentir a su amigo, pero la desesperación de que se lo confesara y no era así, con cada encuentro iba en aumento.

-Aahh, si claro - los nervios a flor de piel le hacían actuar más rápido de lo que quería su cuerpo, al intentar coger el móvil de su bolsillo, se le resbaló de los dedos cayendo al suelo - joder que patoso - se sonrojó agachándose inmediatamente a recogerlo, <<quieres tranquilizarte de una vez, estás haciendo el ridículo>>, intentando callar a esa vocecilla de dentro de sí, que no hacia más que empeorar las cosas.

-No pasa nada - le intentó tranquilizar con una sonrisa <<menudo tío del que te has enamorado, mejor sería que te buscarás otro>> - no te lo sabes de memoria? - añadió, lo que resultó ser otro golpe más en su orgullo de hombre, <<lo ves, ni había caído en ellos, ni sabe siquiera su número>>, intentando Ryan pasar de las regañinas de su conciencia sobre que chico le conviene.

-La verdad es que no - admitió avergonzado, buscó en sus contactos en la letra "Y", por el nombre de "Yo" y enseguida se lo dio a su amiga, <<¿pueden haber salido las cosas peor?>>, se preguntó, imaginándose a su Mario interior apretándose la cara con un cojín.

-Gracias, pues yo te llamo y quedamos, te parece bien? - le preguntó, recordando lo patoso que siempre había sido Mario desde pequeño y lo tímido e inseguro, <<vale, lo admito, algo mono si que es, pero ¿desde cuándo es la tía que planea las citas?, debería preguntartelo él, se que te gustaría que fuera así>>.

-Muy bien - le dijo secamente y con esa sonrisa forzada, pues ya ese día no podía haber metido más la pata y sólo deseaba que la tierra se lo tragase - saluda a tus padres de mi parte - añadió, <<creo que será mejor que te despidas y te vayas a casa a poner tus ideas en orden>>, y por una vez creía que era mejor hacer caso a su pesada vocecilla de Don Juan.

Ese silenció incómodo que tanto había querido evitar se había echo presente y se encontraba en medio de ellos, ambos se habían quedado mirando al otro con una sonrisa, aunque eran muchas las ganas de abrazarla como solía hacer siempre, esta vez en su interior estaba todo tan revuelto y confuso que no le pareció buena idea, después de esas torpes respuestas y sus ridículas maneras de actuar por dejarse llevar por los nervios, sólo deseaba llegar a casa y encerrarse a su habitación para disponerse a recordar y criticar su manera de ser.

-Bueno, hasta luego Mario - despidiéndose de él y suspirando por dentro, viendo lo duro que le resultaba poder conseguir que su compañero de la infancia se soltara aunque fuera un poquito, <<que es lo que te esperabas de alguien como Mario, es muy buen chico pero si no das tu el primer paso seguro que no pasará nada entre vosotros>>, podía ser qué su chica revoltosa y juguetona que escondía en su interior tuviera razón, debía ser ella la que diese el primer paso, <<o eso o es gay el pobre, si fuera así menudos gustos tendrías>>, gay?!, Mario?!...no, no era eso, estaba segura...almenos aun...digamos 60%.

Mario la vio bajar las escaleras y se sentía fatal por dentro y muy decepcionado consigo mismo, pues no entendía dónde se iba su valentía y corage por decirle las cosas a Ryan, su cuando la tenía al frente se acobardaba, <<si siguieras tus impulsos alguna vez, sabes que siempre te pasa lo mismo y sigues igual, si no te va a comer...y si no quieres acabar virgen el resto de tu vida más te vale espabilar>>, aunque odiaba que su Don Juan interior lo machacarse continuamente, razón no le faltaba, si quería de verdad a Ryan, tenía que cambiar esa forma de ser tan cerrada.


Siempre había estado enamorado de ella y siempre estaba esperando que fuera ella la que un día le pidiese por salir, pues tenía la absurda esperanza de que fuera igual de lanzada que lo era de pequeña, cuando le hizo prometer si se casaría con ella y él aceptó sin dudar, ¿se acoradaría de ese día que estaban en el parque jugando, de esa promesa que le hizo?, aunque era consciente de que a su edad no era todo tan fácil como lo era todo de pequeño, esa absurda promesa siempre le había animado a esperar que Ryan le confesara lo que sentía, pues él no se veía con corage para hacerlo ahora...<<por dios ese recuerdo no...madura de una vez...y ten cojones tal y como te dijo Jesús ayer>>...como envidiaba a su amigo, ojala hubiera nacido de la misma forma de ser, de esa seguridad que reluce siempre y que gusta tanto a numerosas chicas, sin importarle un rechazo, sin miedo a un no...aunque lo que les diferenciaba es que Jesús lo hacia como disfrute y nada más, él estaba enamorado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario