miércoles, 19 de febrero de 2014

Renacer

Renacer
Tengo frío. Pese a tener una manta cubriéndome, el helado entorno que me rodea es más poderoso. Pestañeo. Ahora tengo calor, mucho calor. A mi alrededor solo hay metros y metros de desierto. Estoy sudando, pero pese a eso, noto que mis pies siguen fríos. Una fuerte luz traspasa mis párpados y despierto. Veo que mis pies están fuera de la sábana, me he movido mucho esta noche. Mi hermano mayor está abriendo las ventanas, dejando que entre la luz del Sol y una brisa mañanera muy agradable. Me siento en la cama. Mi hermano mira por la ventana, parece que me intenta evitar, por lo que decido ir yo a saludarle. Me levanto de la cama de un salto y espero a que mis pies toquen el suelo…pero eso no pasa. Miro hacia arriba y veo mi habitación, alejándose. Estoy cayendo, muy rápido, demasiado rápido, como si la gravedad hubiese cambiado. Choco con algo blando y me quedo ahí, inmóvil. Una sensación de impotencia me invade. No puedo moverme, pero mis ojos lo están viendo todo. Un montón de pies se pasean enfrente de mí; estoy en el suelo de la calle, veo miles de personas, que pasan junto a mí, pero nadie me ayuda. Empiezo a oír unas fuertes pisadas y unos zapatos conocidos se acercan a mí. Mi hermano me levanta suavemente, ahora a penas peso. Mi hermano me suelta. Estoy flotando, subo; subo; intento parar, pero algo no me deja, me sujeta por el brazo y me impide bajar. Intento girarme para ver qué es lo que me oprime, pero me suelta. Caigo en mi cama, todo gira a mi alrededor y cierro los ojos.
Estoy en un velatorio. Mi hermano está en un ataúd. Me acerco a él, quiero despedirme. Me arrodillo para darle un beso en la mejilla y cuando le toco, mi hermano abre la boca y me traga. Un destello blanco me ciega. Me froto los ojos y veo una habitación, sin puertas, solo hay un espejo. Miro en él, pero no salgo reflejado yo. Una discusión entre mis padres está invadiendo el espejo. Oigo las palabras “Muerte” y “Depresión”. Algo me empuja y me meto en el espejo. Mis padres no me ven, no me oyen, no me entienden… Decido ir a mi habitación, y veo a alguien, en mi cama. Me fijo en esa persona y me doy cuenta, soy yo; estoy en la puerta, de pie, pero también estoy en mi cama, llorando. Lucho por acercarme pero no puedo, el poco espacio que había entre mí mismo está alargándose. Corro, pero ya no veo la cama. Estoy  en penumbras, corriendo por lo que parece ser un pasillo kilométrico. Siento que si me paro sufriré, así que continúo. Un agujero se abre a mis pies y de nuevo estoy cayendo.
Un zambullido me activa; me estoy ahogando, no puedo salir del agua. Noto que me quedo sin aire, algo me presiona el pecho fuertemente y no puedo respirar. Una ola me arrastra y respiro aliviado. Estoy andando. A mi alrededor no hay más que oscuridad. Sigo andando. Alguien grita, pero sigo andando. Es un niño; está buscando a su madre. Corro hasta él, voy a cogerle en brazos, pero algo me empuja y me lanza contra el niño.-¡Mamá!-.Grito.-Mamá, ¿Dónde estás?-. Estoy andando por un parque, no encuentro a mi madre.-¡Mamá!-. Miles de mujeres se agolpan delante de mí, me dicen que son mi madre, pero yo sigo andando. Tropiezo con una piedra y caigo de frente. Reboto en mi cama y caigo rendido.
Mis ojos no quieren abrirse, pero les obligo a ceder. Estoy en mi habitación. Todo está en su sitio. Pero el aire que respiro se hace más pesado y mire a donde mire, lo veo todo de colores azules y grises. Los muebles empiezan a derretirse y un etéreo pensamiento se posa sobre mi cabeza.-Solo es un sueño-. Me limpio los ojos con la manga y miro a mi alrededor, todo sigue de los mismo y deprimentes colores que hace un rato. Repaso todos los sueños que he tenido hasta ahora en busca de una solución. .-Morir-. Pronuncio. En un sueño no se puede morir, es la única forma de escapar de este infierno. Me levanto de la cama y temo volver a caer, pero esta vez el suelo se mantiene. Ando de puntillas y todo vuelve a empezar a derretirse. Respiro fuertemente con la nariz y ando por el inmenso pasillo que me llevará a la cocina. Fijo mi mirada al cuchillo más afilado y me concentro en su brillo metálico. Sin más dilaciones lo cojo y decido clavármelo en el pecho, esperando que algo me detenga.

Unas cuantas gotas caen al suelo, de repente, todo vuelve a ser de su color original y mi respiración se acelera. Un grito desgarrador me sale de dentro e invade la inmensa casa. Me saco el cuchillo y caigo al suelo. Las gotitas se han convertido en un charco y noto como me empapan el pijama. Apoyo la cabeza en el suelo de losas marrones y oigo a mis padres, entrando en la cocina, mi madre me grita, pero no la oigo. Solo intento mantener abiertos mis ojos, pero mis esfuerzos son en vano. Lucho por respirar, pero no puedo, y de nuevo…tengo frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario