Renacer
Tengo
frío. Pese a tener una manta cubriéndome, el helado entorno que me rodea es más
poderoso. Pestañeo. Ahora tengo calor, mucho calor. A mi alrededor solo hay
metros y metros de desierto. Estoy sudando, pero pese a eso, noto que mis pies
siguen fríos. Una fuerte luz traspasa mis párpados y despierto. Veo que mis
pies están fuera de la sábana, me he movido mucho esta noche. Mi hermano mayor
está abriendo las ventanas, dejando que entre la luz del Sol y una brisa
mañanera muy agradable. Me siento en la cama. Mi hermano mira por la ventana,
parece que me intenta evitar, por lo que decido ir yo a saludarle. Me levanto
de la cama de un salto y espero a que mis pies toquen el suelo…pero eso no
pasa. Miro hacia arriba y veo mi habitación, alejándose. Estoy cayendo, muy
rápido, demasiado rápido, como si la gravedad hubiese cambiado. Choco con algo
blando y me quedo ahí, inmóvil. Una sensación de impotencia me invade. No puedo
moverme, pero mis ojos lo están viendo todo. Un montón de pies se pasean
enfrente de mí; estoy en el suelo de la calle, veo miles de personas, que pasan
junto a mí, pero nadie me ayuda. Empiezo a oír unas fuertes pisadas y unos
zapatos conocidos se acercan a mí. Mi hermano me levanta suavemente, ahora a
penas peso. Mi hermano me suelta. Estoy flotando, subo; subo; intento parar,
pero algo no me deja, me sujeta por el brazo y me impide bajar. Intento girarme
para ver qué es lo que me oprime, pero me suelta. Caigo en mi cama, todo gira a
mi alrededor y cierro los ojos.
Estoy en
un velatorio. Mi hermano está en un ataúd. Me acerco a él, quiero despedirme.
Me arrodillo para darle un beso en la mejilla y cuando le toco, mi hermano abre
la boca y me traga. Un destello blanco me ciega. Me froto los ojos y veo una
habitación, sin puertas, solo hay un espejo. Miro en él, pero no salgo
reflejado yo. Una discusión entre mis padres está invadiendo el espejo. Oigo
las palabras “Muerte” y “Depresión”. Algo me empuja y me meto en el espejo. Mis
padres no me ven, no me oyen, no me entienden… Decido ir a mi habitación, y veo
a alguien, en mi cama. Me fijo en esa persona y me doy cuenta, soy yo; estoy en
la puerta, de pie, pero también estoy en mi cama, llorando. Lucho por acercarme
pero no puedo, el poco espacio que había entre mí mismo está alargándose.
Corro, pero ya no veo la cama. Estoy en
penumbras, corriendo por lo que parece ser un pasillo kilométrico. Siento que
si me paro sufriré, así que continúo. Un agujero se abre a mis pies y de nuevo
estoy cayendo.
Un
zambullido me activa; me estoy ahogando, no puedo salir del agua. Noto
que me quedo sin aire, algo me presiona el pecho fuertemente y no puedo respirar.
Una ola me arrastra y respiro aliviado. Estoy andando. A mi alrededor no hay más
que oscuridad. Sigo andando. Alguien grita, pero sigo andando. Es un niño; está
buscando a su madre. Corro hasta él, voy a cogerle en brazos, pero algo me empuja
y me lanza contra el niño.-¡Mamá!-.Grito.-Mamá, ¿Dónde estás?-. Estoy andando por
un parque, no encuentro a mi madre.-¡Mamá!-.
Miles de mujeres se agolpan delante de mí, me dicen que son mi madre, pero
yo sigo andando. Tropiezo con una piedra y caigo de frente. Reboto en mi cama y
caigo rendido.
Mis ojos
no quieren abrirse, pero les obligo a ceder. Estoy en mi habitación. Todo está
en su sitio. Pero el aire que respiro se hace más pesado y mire a donde mire,
lo veo todo de colores azules y grises. Los muebles empiezan a derretirse y un
etéreo pensamiento se posa sobre mi cabeza.-Solo
es un sueño-. Me limpio los ojos con la manga y miro a mi alrededor, todo
sigue de los mismo y deprimentes colores que hace un rato. Repaso todos los
sueños que he tenido hasta ahora en busca de una solución. .-Morir-. Pronuncio. En un sueño no se
puede morir, es la única forma de escapar de este infierno. Me levanto de la
cama y temo volver a caer, pero esta vez el suelo se mantiene. Ando de
puntillas y todo vuelve a empezar a derretirse. Respiro fuertemente con la nariz y ando por
el inmenso pasillo que me llevará a la cocina. Fijo mi mirada al cuchillo más
afilado y me concentro en su brillo metálico. Sin más dilaciones lo cojo y decido clavármelo en el pecho, esperando que algo me detenga.
Unas
cuantas gotas caen al suelo, de repente, todo vuelve a ser de su color original
y mi respiración se acelera. Un grito desgarrador me sale de dentro e invade la
inmensa casa. Me saco el cuchillo y caigo al suelo. Las gotitas se han
convertido en un charco y noto como me empapan el pijama. Apoyo la cabeza en el
suelo de losas marrones y oigo a mis padres, entrando en la cocina, mi madre me
grita, pero no la oigo. Solo intento mantener abiertos mis ojos, pero mis
esfuerzos son en vano. Lucho por respirar, pero no puedo, y de nuevo…tengo
frío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario