lunes, 10 de febrero de 2014

Olor a muerte

Olor a muerte

Desgraciadamente todos hemos sufrido la muerte de un ser querido alguna vez, cuando nos dan el pésame intentamos afrontar la situación lo mejor que podemos, pero… a veces eso no es suficiente.

Axel, Axel, quiero ver a Axel. No consigo que mis palabras salgan de mi boca, solo veo luces blancas y oigo un pitido cada 3 segundos que me está poniendo de los nervios. .-¡SOLO QUIERO VER A AXEL!-. Esta vez mis palabras si fluyen. La puta máquina de los pitidos no deja de sonar, comprendo que está enganchada a mí, son mis pulsaciones. Levanto la cabeza y veo una habitación de hospital, no recuerdo nada, solo sé que quiero ver a Axel. Una enfermera entra corriendo, regula la máquina y me pide que me tranquilice, pero estoy muy alterada para eso .-¿Dónde está Axel?-.Pregunto preocupada, las lágrimas, no sé si de frustración, miedo u odio, me recorren la mejilla como si fuese un afilado cuchillo que me está rajando la piel. La enfermera me pide que me relaje, me está empezando a joder que sea tan pesada, pero la verdad es que estoy cansada. La lágrima llega a mi boca y me recuerda al sabor de los labios de Axel, no entiendo porque no me deja verle, no ha parado de hablarme como si fuera gilipollas o algo así desde que ha entrado, y solo la he entendido –tú-Axel-caída-muerto-, de repente estoy llorando, desconsoladamente, intento parar, pero soy incapaz, está señora me acaba de decir con toda tranquilidad que Axel ha muerto, y… y ¡Tengo miedo!, la enfermera sale de la habitación y mi madre entra, está llorando, pero creo que es de felicidad, yo, sin embargo, nunca he probado unas lágrimas tan amargas.

.- ¡Ala! ¿Cómo te lo has hecho?-. ¿Por qué es tan toca-pelotas la gente? Estoy destrozada, tengo una pierna rota y me acabo de enterar que mate a mi novio. Hago como si no le hubiese oído, subo a mi casa con mi madre y voy directamente a la cama, en este momento solo quiero…llorar. Mi madre me cierra la puerta de mi habitación, miro todas las fotos que tengo de Axel, intentando buscar un alivio, que sé que nunca llegará.-Fui yo, yo te mate, mi madre no sabe nada, pero yo sí, yo le sé todo-.Suelto un grito desgarrador, me tiemblan las manos y mi único compañero de cama es el osito que me regaló Axel por mi último cumpleaños.-¿Por qué no me detuviste? Sabías que estaba borracha, lo sabías perfectamente, pero aun así dejaste que siguiera bebiendo y ahora la que está aquí, viva, soy yo y tú estás muerto, ¿Por qué coño no me hiciste parar?-.No, él no tuvo la culpa, fui yo, yo soy mi propia responsabilidad, y yo tengo toda la culpa de lo sucedido aquella noche, que recuerdo perfectamente, como si hubiese sido ayer mismo... esa noche, iba a ser nuestra primera vez, me había invitado a su casa y yo llevé una botella de Whisky para celebrarlo. Entré, me beso y empezamos a beber, bebimos, no paramos hasta que nos terminamos la botella, yo había bebido considerablemente más que él puesto que nunca había sido muy alcohólico. Fui al baño, llevaba la borrachera más grande que había vivido en mi vida de 17 años. Cuando salí del baño le vi, asomado al balcón, me entraron unas ganas locas de besarle, así que corrí y me abalance sobre él, se giró y me dijo.-Siempre juntos, ¿Me lo prometes?-. Le bese en sus labios mientras le acariciaba sus marcados pectorales mientras bajaba por su pulido abdomen. Recuerdo el color bronceado de su piel, sus ojos color miel y su pelo, que le cubría hasta la frente dándole el aire sexy que tanto me gustaba de él. No pude evitarlo, quería hacerlo ya, me intente montar sobre él, pasándome de fuerza, me precipité por el balcón, y él me agarro, pero yo no deje de moverme, hasta que perdió el equilibrio y los dos caímos. En pocos segundos choque con algo, no llegaba a ser duro del todo, pero fue lo suficiente como para dejarme inconsciente.
No recuerdo nada más, solo sé que fue mi culpa, me paro en una foto, de cuando estuvimos en la playa, disfruto de su cuerpo, sabiendo que no volveré a tocarlo, verlo, ni rozarlo nunca más. Doy un puñetazo a la pared, me hago daño, pero no es nada comparado con el vacío que siento y, me doy cuenta, yo no debería estar viva, él debería estar vivo ahora, y yo, muerta. Este tipo de pensamientos solo hace que entren náuseas y que quiera estar muerta. Me levanto de la cama y cojo las muletas.
Voy andando como alma en pena, creo que me he saltado como mínimo tres semáforos en rojo, pero no soy capaz de saber si lo he hecho a propósito, en busca de una solución rápida a todos mis problemas. Mire a donde mire veo a chicos, los que no tienen el pelo como él tienen los ojos y los que no, tienen su mismo color de piel.-¡Dios! Parar ya-. Empiezo a correr con las muletas, sin hacer caso a la gente que me mira como si estuviese loca. Lloro, lloro, no puedo dejar de llorar, me siento como una puta mierda y sé que lo único que podría hacerme bien en este momento sería oír su voz, pero, es imposible, está muerto y jamás volveré a oírle. Tropiezo con la muleta y caigo, levanto la mirada y no sé si es cosa del destino o pura casualidad, pero estoy delante del edificio de Axel. Busco en mi sujetador a ver si aún siguen ahí las llaves, tengo suerte y las encuentro. Subo hasta el piso 8, abro la puerta de su casa y por un momento, sonrío, me llega hasta la nariz el olor que solía portar, un olor fuerte, empalagoso, pero dulzón, amo ese olor. Se me va la sonrisa y veo la casa, todo, todo me recuerda a él y no resisto la tentación de irme hasta su cama, en la que tantas veces había dormido junto a él, en busca de cualquier cosa que me quite este dolor, del cual pienso que… jamás me curaré. Busco su aroma por la almohada y me pego lo máximo que puedo a las sábanas de su cama. Lloro, lloro, no puedo dejar de llorar, esto es mucho peor, pensé que sentirme más cerca de él, me permitiría dejar de llorar, pero en cambio, estoy llorando, más que en ningún momento de mi vida y decido que solo me queda hacer una cosa.
Desgraciadamente todos hemos sufrido la muerte de un ser querido alguna vez, cuando nos dan el pésame intentamos afrontar la situación lo mejor que podemos, pero… a veces eso no es suficiente. Miro al frente y veo el cielo, agacho la cabeza y veo otro edificio, más abajo, el suelo. No puedo dejar de pensar en lo que estoy haciendo, mi madre, ¿Qué pasará con ella?, estoy a punto de retroceder, pero me llega la imagen de Axel a la cabeza y me quedo quieta. Yo tendría que estar muerta, no tendría que estar aquí en este momento, yo, solo puedo hacer una cosa. Me limpio los ojos con la manga. Algo en mi cabeza dice.-No lo hagas Sofía-.Pero no hago caso, miro el suelo, ahí, ahí murió Axel. Yo debí morir ahí, no él.

.-Te lo prometo, Axel-.doy un paso dejando suspendido mi pie en el aire y pronuncio.-Siempre…juntos-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario