viernes, 24 de enero de 2014

Dioses, sin alas

                      Dioses, sin alas


-Esto es una locura, decía yo, es irracional, conectarnos con  máquinas para controlarlas como si fuésemos nosotros…Dudo mucho que sea divertido, como vosotros decís…- Miro a mi abuelo, me encanta que me cuente esa historia, la habré oído cientos de veces, habla del día en el que aceptaron la utilización de los “Yorobots”, los cuales son mundialmente conocidos y utilizados, excepto por mis abuelos... Mi abuelo siempre me dice que son máquinas del diablo, que algún día acabarán destruyendo el planeta, pero a mí me parece que exagera, son solo unas máquinas con las que te conectas y puedes hacer lo que quieras, puesto que no sufrirás daño alguno, ¿Es eso tan malo? Estoy a punto de responderme cuando entra mi abuelo después del descanso y me dice ­–Bueno Aaron, ya es tarde y debes ir a dormir, mañana te termino de contar la historia de cómo se legalizó el uso del “Yorobot” . Hasta mañana- Me despido de él dándole un fuerte beso en la mejilla y voy corriendo hasta mi abuela y repito mi anterior acto, ella se despide de mi con un fuerte abrazo y me pregunta que qué quiero por mi cumple, como ya voy a cumplir 10 años, ya se me permite tener mi propio “Yorobot”, así que la contesto.-Quiero un “Yorobot” de esos tan guays de la tele, los que puedes elegir su cara y ponerle tatuajes y quiero que tenga las zapatillas para hacer saltos gigantes y también que no pese mucho para correr muy rápido, y que sea muy, muy, muy alto, y que venga con el móvil incorporado para hablar con mis amigos-. Mi abuela me sonríe, sabe perfectamente como lo quiero, porque lo llevo pregonando desde que cumplí los 9. Veo que saca de su cajón de la mesilla de noche un “Finepad”, que es una lámina, prácticamente trasparente, con la que te puedes conectar a internet, ver videos y en general hacer lo que quieras, mis abuelos dicen que son como los ordenadores y tablets que utilizaban de pequeños pero más prácticos y resistentes. Mi abuela enciende su “Finepad" y aparece una holografía en 3D del “Yorobot” que quiero, me pregunta que si es ese y yo asiento con la cabeza y la doy un emotivo abrazo agradeciéndoselo. Ella apaga el “Finepad” y se recuesta en la cama, salgo de la habitación y apago la luz. Estoy ansioso por que llegue el día de mañana así que subo a mi habitación y rápidamente me duermo.
                              12 años en el futuro…
Me lanzo desde un edificio de 16 plantas al suelo para probar mi nuevo “Yorobot”, que aguanta caídas estratosféricas. Estoy jugando a huir de mis amigos por la ciudad, vamos pegando saltos y haciendo lo que queremos, somos imparables, y eso es muy divertido. De repente me veo obligado a parar en seco, estoy cerca de los “Antirobots”, así es como denominamos despectivamente a las personas que no quieren y no utilizan los “Yorobots”, viven como se vivía antiguamente, como vivían mis abuelos de pequeños, y los que estamos en un “Yorobot” tenemos prohibido la entrada a su parte de la ciudad, mucho más limpia, más verde y muchísimo menos rota que la nuestra, en la que las caídas con “Yorobots” se han puesto de moda y crean grandes socavones con la fuertes embestida que hacemos contra el suelo. Es un poco triste, pero divertido.
Veo que una señora, muy grande como de 50 años y negra de piel se acerca a la valla que separa las dos partes, nos mira a los ojos y nos dice en tono de reprimenda.-En ese “mundo” en el que vivís os estáis empezando a volver muy infantiles, todo el día jugando y pegando saltos por las calles. Al final tendréis un problema de los gordos y todos querréis haberos educado como nosotros, en vez de haber estado jugando a ser dioses con vuestras “maquinitas”. Acabareis sufriendo las consecuencias, os lo advierto-. Tras su discurso, se da la vuelta y nada más desaparece de nuestra vista mi amigo me da un golpe en la espalda y me dice.-Pillado-.Nada más oír esto, todo mis amigos salen huyendo y yo corro a perseguirles.
Jugamos así durante horas, hasta que es muy tarde, así que volvemos a nuestras casas. Me desconecto de mi “Yorbot” y voy a mi cocina a comer algo. De camino a la cocina encuentro un espejo y me asusto, ¡No sé quién es la persona que hay reflejada! Pero me doy cuenta de que ya no estoy en la máquina y que ese es mi reflejo, el de mi persona en carne y hueso, o más bien debería decir en huesos porque solo me alimento por las noches así que estoy muy delgado, por lo que decido darme un festín esa noche. Cojo casi toda la comida que encuentro en la nevera, la cual se recupera nada más sacarla, de forma que siempre tenga comida en la nevera y me voy al salón a darme el festín viendo la tele. Busco el mando y lo veo en una de las estanterías del salón, junto a las fotos de mis difuntos padres y abuelos, los cuales tienen una vela encendida entre cada foto. Lo cojo y enciendo la tele, como me da pereza cambiar de canal me tiro al sofá y empiezo a cenar mientras veo la tele. Están poniendo las noticias y hay una imagen de unos cuerpos estrellados contra el suelo rodeados de escombros, pienso que son “Yorobots” estropeados, pero en ese momento la presentadora de las noticias empieza a hablar y dice.-Esta es la imagen del terrible accidente que ha tenido lugar esta misma tarde hace escasas horas en nuestra ciudad. Un grupo de hombres, metidos en sus “Yorobots” han chocado contra un piso de este edificio y han tirado abajo la casa en la que vivía esta familia de 4 miembros causando sus muertes. Esta familia estaba en sus “Yorobots” cuando ha tenido lugar su propia muerte. Se sabe que no son los únicos “Yorobots” que se han dedicado a lanzarse contra los edificios. Esta última moda podría causar más muertes y ya hay gente que ha ido a hablar con la empresa fabricante de “Yorobot”-. Apago el televisor a toda prisa, me he quedado en estado de shock, ha muerto gente, por haber estado lanzándose contra los sitios. Me llegan a la cabeza las palabras de la señora “Antirobot” “Jugar a ser dioses…” Siento como que algo me golpea el pecho y me voy a la cama a dormir, no me puedo quitar las palabras de esa señora de la cabeza, así que decido pensar en otra cosa, en cómo ha cambiado el mundo desde la época de mis abuelos hasta el día de hoy. Ahora no hace falta trabajar, lo hacen todo las máquinas, los niños ya ni siquiera van a la escuela, con los “Yorobots junior” que han sacado ahora todo el mundo está por la calle jugando, los únicos que estudian, aparte de los “Antirobots”, son los que se encargan del mantenimiento y programación de las máquinas, pero esas personas son todos superdotados con un gran nivel de coeficiente intelectual, por lo que vivir como el resto, lanzándose desde casas e ir pegando brincos por la ciudad, no creo que les parezca exactamente intelectualmente atractivo… Miro el reloj y veo que son las 2 de la madrugada, decido dormirme sin pensar en nada.
Me despierto sobresaltado, he tenido una pesadilla, pero no me acuerdo de que sucedía en ella, solo tengo en la boca la palabra “Dios”, a la que llevo dándole vueltas desde ayer…
Salgo de la cama y voy a desayunar, cosa que no suelo hacer, pero tengo hambre. Me vuelvo a sentar en el sofá del salón y de nuevo pongo las noticias, en las cuales, estaban diciendo que los choques contra edificios han aumentado muchísimo esta noche y que los fallecidos ya se cuentan por centenas. Me asusto y decido ir a quejarme a YOROBOTS S.L. pero pienso que es peligroso salir sin mi “Yorobot” por qué puedo recibir un testarazo de cualquier otro y eso sí sería el fin, así que decido conectarme a él. Una vez dentro miro mi verdadero cuerpo, en trance, dormido, pero completamente activo realmente. Decido que dejar el cuerpo aquí no es lo más seguro y menos con las movidas que está habiendo últimamente, así que me recojo a mí mismo y pongo rumbo a mi objetivo.
Llego corriendo a YOROBOTS S.L. he visto más empotramientos de gente contra casas, hay muchísima gente quejándose, están asustados y piden seguridad. En ese momento veo que de un gran balcón que hay en las instalaciones de la empresa sale una señora muy grande, de piel oscura y con un tono de voz que me es familiar. En seguida la reconozco, es la “Antirobot”, la que nos hecho la bronca el otro día. Está hablando por un megáfono y dice que están solucionando el problema y que en poco tiempo podrán volver a estar en los “Yorobots” sin problema. Se vuelve a meter dentro del edificio y la gente parece estar más calmada, yo, sin embargo, estoy perdido, no entiendo por qué una “Antirobot” quiere solucionar un problema de los “Yorobots”, algo no encaja y en ese momento recuerdo lo que dijo ayer “Acabareis sufriendo las consecuencias, os lo advierto…”, ahora lo veo, ya se sus intenciones, está intentado destruir nuestra ciudad, usando a los “Yorobots” como armas y nadie se ha dado cuenta. En pocos segundos pienso un plan y una vez lo tengo, voy a la parte de atrás del edificio, busco un sitio escondido en el que dejar mi cuerpo y abro la puerta de emergencia tirando de ella y sin problema alguno. Mi plan es llegar hasta la sala de máquinas e intentar borrar el virus que han metido en los “Yorobots”. Voy corriendo por los pasillos, pero tardan poco en descubrirme y hacen saltar la alarma, yo sigo corriendo hacia mi objetivo, aunque no sepa dónde está. Me doy cuenta de que están bajando unas barreras metálicas que en circunstancias normales me habrían dañado fuertemente, pero con mi “Yorobot” las atravieso, sin dificultad alguna y pienso que su sistema de protección debe estar pensado para humanos, no para “Yorobots”. Tras una larga carrera llego a un descansillo que se divide en dos ascensores, uno va a dar al ala norte y otro al sur, miro el mapa del edificio y veo que la sala de control está en el ala izquierda, pero el ascensor está quieto, la alarma ha hecho que no se mueva de donde quiera que esté, por lo que me veo obligado a subir por el hueco del ascensor hasta la tercera planta en la que está la sala de máquinas. Corro por el pasillo, la última sala es mi objetivo, y justo cuando llego, choco con un “Yorobot” no sé de dónde ha salido hasta que veo dentro de la sala a la señora “Antirobot” con el casco de conexión puesto, solo puedo hacer una cosa, desconectarla, pero de repente empieza a hablarme desde su “Yorobot”.-¿Creías que sería tan fácil, correr hasta la sala y desactivar todos los “Yorobots”? Pues no chiquillo, te has equivocado-. Pienso en que ha errado con ese último comentario, nunca he querido desactivar los “Yorobots”, solo intento quitarles el virus, por lo que la digo.-¿Por qué iba yo a querer desactivar todos los “Yorobots”?, solo le voy a sacar el virus que le has metido-.

Ella se ríe, como con aire de superioridad y me contesta.-Yo no he metido ningún virus, el propio “Yorobot” te incita a lanzarte contra y desde  los edificios, de cierta forma, el propio “Yorobot” es el virus, y lo que recibe el virus son vuestros cerebros, los cuales han demostrado que no merecen existir, por dejarse llevar por el dominio de las máquinas. Deberíais darme las gracias, estoy salvando a la humanidad-. Ahora entiendo su objetivo, estaba buscando eliminar a la gente que no es capaz de controlar su tentación, pero matándolos no es manera de hacerlo, la única forma de pararlo es desactivando los “Yorobots” o, lo que es lo mismo, cortarle las alas a los dioses. Decido abalanzarme contra ella, y consigo meterme dentro de la habitación. Intento llegar al botón que pone “Desactivación” pero me agarra y tengo que forcejear para soltarme, salgo despedido contra la pared, la cual se rompe nada más tocarla, como si de una pompa se tratase. Me giro hacia mi enemiga, la cual se me lanza agresivamente para intentar tirarme por el agujero, pero yo, raudo, la esquivo y sale disparada de la habitación. Le quito el casco a la señora “Antirobot” de verdad y se queda como en estado paralítico, ya decían que quitarse el casco de golpe era peligroso… Finalmente voy hasta el botón de desactivado y me despido de mi “Yorobot” para siempre. Aprieto el botón y…

Temor, justicia, odio

Temor, Justicia, Odio.


Corro hacia la plaza del pueblo, ¡Han acusado a mi madre de brujería y la van a quemar en la hoguera! Llego hasta la plaza y ahí está mi madre, atada a un palo y rodeada de llamas, me grita, y entre las aclamaciones de la gente oigo.-Aaron, recoge a tu hermano y vete, ¡Huye a América!-. Hago caso omiso, mantengo en  mi cabeza su última voluntad y llego a casa, donde está mi hermano de menos de un año. Lo cojo en brazos y me voy corriendo hasta el puerto. Una vez ahí busco un barco con destino a América y veo uno, en el que meten unas cajas, oigo que dicen algo de América y en ese momento corro (Lo máximo que me permiten mis piernas de 13 años)  y sin que nadie se dé cuenta, me meto en la bodega del barco y me escondo con Taylor entre las cajas. Al cabo de un rato zarpamos y me preparo para el largo viaje que nos espera.

Llevamos navegando seis  meses, mi hermano y yo nos hemos alimentado de la comida que hay en la bodega y nos hemos calentado con unas telas que había en las cajas junto con otros objetos que tenían pinta de arma, como la que tenía mi madre que decía que perteneció a mi difunto padre, mi padre… aquel valeroso hombre que dio su vida por Inglaterra y ella misma se encargó de quitársela a mi madre, una preciosa mujer de familia pobre pero honesta, de creyentes puritanos, que solo quería hacerse un hueco en la sociedad,  y a la que la vida solo le ha traído más que muerte, enfermedad y miedo, todo por culpa de Inglaterra y su “perfecta” sociedad. Mi hermano ya tiene un año y está en un barco obligado a vivir escondido, y con solo un niño, indefenso, como familia, solo rezo porque en América tengamos las oportunidades que tanto decía el Pastor todos los domingos que tendríamos. De repente oigo gritos y me doy cuenta de que hemos parado, me quedo asombrado y doy saltos de alegría le grito a mi hermano que hemos llegado y me sonríe, salgo para ver como es este nuevo mundo, pero cuando salgo me decepciono, no es ni la mitad de cómo habían dicho que sería, es un puerto de madera en una playa y a lo lejos se ve a una fila de monos, un tanto extraños, de un color marrón, casi negro, y sin pelo. Parecen estar escoltados por otro que va armado. Los tripulantes del barco empiezan a sacar las cajas de la bodega y uno de ellos dice.-África es tan extraña como todo me habíais dicho-. Me sorprendo sobremanera,  había oído hablar de África a algún Gentleman, cuando mendigaba en la calle, pero no me esperaba esto. Veo que cambian las cajas, con ese extraño ser armado, y que a cambio, este les entrega los personajes que en un principio parecían monos pero que ahora veía que eran hombres, un poco extraños y muy morenos, demasiado, seguramente han trabajado mucho en el campo, por lo que decido llamarles “Trabajadores”. Bajo con Taylor a la bodega, ya vacía, excepto por las telas que habíamos usado para taparnos, que se habían quedado en el suelo. Me arrodillo a recogerlas y oigo que alguien entra, ¡Son los “Trabajadores”! Hay muchos de ellos, pero cabemos todos. Oigo que cierran la puerta y ahí estamos, mi hermano y yo, rodeados de un grupo de “Trabajadores”, con aspecto tosco y descuidado, caras extrañas y un tacto y olor extraño en la piel y altos, excesivamente altos. Los miro a la cara y son casi todos iguales, entonces, veo que uno se nos acerca, se agacha y nos mira, hace una mueca de sonrisa, se da dos golpes en el pecho y pronuncia.-Tarek-. Comprendo en seguida que ese es su nombre y decido imitarle diciendo tras de ese gesto mi nombre y haciéndoselo a mi hermano igual, sonrío y me alegro, puesto que ahora tengo un amigo, volvemos a zarpar y esta vez, sin duda alguna, pienso que estamos en el barco correcto que nos llevará a América.

Es difícil contar los días, sobre todo si es a base de palos y rayas en la pared, calculo que llevaremos ya dos años desde que partimos de Inglaterra y mi hermano ya habla, tanto inglés como el idioma de los “trabajadores”, del cual yo también se decir algunas palabras. Nos hemos alimentado de comida que nos bajaban los propietarios del barco, y, aunque éramos muchos entre los que repartir la comida, no me podía quejar. Miro a Tarek, que se ha portado como un padre para nosotros. Está nervioso, aunque yo también, al fin y al cabo, no todos los días se llega a América ¿No? Por fin, abren la puerta y todos salimos. Esto si se parece a la tierra que nos habían dicho. En ese momento, nos obligan a andar y todos empezamos a caminar, durante muchos, muchos días, hasta que llegamos a una gran extensión de tierra, con toda la pinta de ser de cultivo, veo más “Trabajadores y se lo que el futuro me aguarda…
Han pasado ya dos meses desde que llegamos a América, Taylor y yo vivimos felices, con completa libertad y ningún americano parece haberse dado cuenta de nuestra presencia, pero a Tarek…le obligan a trabajar, día y noche en los campos y si incumple le dan con unos látigos de cuero, me siento furioso y pienso que eso lo ha provocado Inglaterra. Decido ir a visitar a Tarek con mi hermano. Estoy andando por la inmensidad de estos campos, a los que los americanos llamaban plantaciones y por fin veo a Tarek, estoy a punto de ir corriendo hasta él, cuando noto unas manos en la espalda, me giro y grito, ¡es un americano! Temo porque me dé con la correa, pero en vez de eso, se agacha y nos hace miles de preguntas como.- ¿Cómo os llamáis? ¿Qué hacéis aquí?-. Termina diciendo que vayamos con él, a lo cual acepto, renunciando a mi antigua vida y aceptando la que este hombre me ofrecía.

Miro al señor Oldfield y me acuerdo en el día que nos sacó de la vida en los campos, hace por lo menos 20 años, ya es muy anciano. Me acuerdo de todo lo que me ha enseñado, como  luchar por nuestra libertad e igualdad y decir que también somos personas, que no pertenecemos a nada ni a nadie y que si todos pensamos así, tenemos un gran poder, al que se suman las ayudas que nos dan las coronas de España y Francia y los otros 12 estados que se enfrentaron en batalla. También pienso la vida que me ha brindado, a mí y a mi hermano, el señor Oldfield, todo lo que hemos hecho y la cantidad de aventuras que hemos vivido y los amigos que hemos hecho, pienso en mis compañeros de fechorías del “Tea Party” y en la cara de los ingleses cuando abordábamos sus barcos para robar su té. Sigo recordando y me llega a la mente las innumerables batallas, ganadas por nuestro ejército contra los ingleses y solo puedo ser feliz, de haber  llegado a vivir en este año 1783
Cambio de dirección mi mirada y veo a Tarek, un hombre libre, que pese a ser negro, había conseguido llegar a ser un gran hombre.

El pueblo está aclamando. Finalmente tras un gran discurso, tras todas esas batallas, tras todo lo que me ha pasado desde el asesinato de mi madre por Inglaterra, y mi posterior huida, puedo, es más, debo decir que soy estadounidense, que no tendré que volver a pertenecer a nadie y que tengo en mis propias manos mi futuro, económico, político y social, y por fin, puedo, tras tan enorme lucha, decir que soy MIEMBRO DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.

Pequeño dinosaurio

                                                   PEQUEÑO DINOSAURIO


  Cuando despertó el dinosaurio todavía seguida allí, inmóvil, frío, con sus ojitos saltones y su patita desgarrada, por la cual iba perdiendo, poco a poco, su blanco y espumoso relleno.
  Frunció el ceño, y su redonda y pecosa se contrajo, resaltando su pequeña nariz respingona. Cogió su peluche y volvió a meterse en la cama, aunque se levantó inmediatamente al darse cuenta de que no había ni hadas, ni duendes, ¿dónde estaban?, se dijo, ¿lo habría soñado todo?
  Miró a su pequeño dinosaurio, que permanecía inmóvil, y decidió hacer una pequeña excursión a la despensa, porque, a lo mejor, sus diminutos y mágicos amigos estaban allí.
  Bajó silenciosamente las escaleras, con el dinosaurio sujeto fuertemente contra su pecho y se dirigió a la despensa. En ella reinaba un silencio sepulcral, y la única luz que había era la que entraba por un pequeño ventanuco. Miró por toda la despensa, aunque no encontró nada, y cuando iba ya a marcharse vio una pequeña lucecita parpadeando en el ventanuco. Se acercó, con el corazón palpitante, y miró por este. Por él pudo ver una gran multitud de lucecitas danzando y bailando afuera.
Rápidamente se encaminó sigilosamente a la puerta principal y salió al exterior. Allí hacía frío, aunque no le importó, y se acercó, nerviosamente, a las diminutas lucecitas, que la envolvieron, jugueteando con los pliegues de su camisón y alborotando su pelo. Su dinosaurio también danzaba y volaba a su alrededor, rodeado de pequeñas lucecitas.
  Entre risas y bromas, la pequeña niña de carita redonda y pecosa, con la nariz respingona  y cabellos oscuros, cayó profundamente dormida.
  Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí, aunque no se encontraba en el mismo sito que cuando se había despertado por primera vez.

                                                              FIN

Esta historia esta inspirada en el cuento mas corto de mas historia de la narrativa,
 " Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí ", Augusto Monterroso.

Espero que os haya gustado,
Clara

La última palabra.


           
                 Capítulo 1: Imaginaciones
                                                                                              
Nos situamos sobre el año 2013, hace quince años. Yo,  tenía 14 años. Me acuerdo que era una lluviosa tarde de otoño. Era viernes, y serían las 8:00 de la tarde; yo iba con mi madre y mi hermano pequeño a hacer la compra en el coche de mi madre, después de un muy duro, día escolar, seguido de un largo y cansado entrenamiento de baloncesto.  Me acuerdo de que estábamos hablando de “que tal había ido el día”. Yo estaba diciendo que al día siguiente tendría un partido de baloncesto.
Al pararnos en un semáforo en rojo, divisé entre la lluvia una persona. Dicha persona estaba caminando entre los coches, pidiendo dinero. -Un mendigo-, pensé. Iba vestido con ropa sucia y rota, con un gorro en la cabeza y un cartel colgándole del cuello en el que ponía  “Ayuda, soy viudo y tengo 5 hijos a los que alimentar no tengo trabajo ni ninguna fuente de dinero”.
Al terminar de leer aquel cartel, vi como una fuerte luz calló desde el cielo, cubriendo de blanco hasta donde alcanzaba la vista y cegándome por completo. Al recuperar la visión, volví a mirar por la ventana,  y, en es momento, me fije que no solo había un mendigo, ¡si no que había dos!, exactamente iguales misma ropa, misma expresión…todo era muy extraño, pero eso no era lo más raro que iba ver, puesto que uno de los dos “gemelos”, curiosamente más blanquecino que el otro, como un relámpago, atravesó al otro sin que pareciese que el se diese cuenta. Al verlo, sorprendido, le pregunte ha mi madre. -¿Has visto eso?- Mi madre, (una señora alta de piel morena, con pelo castaño y gafas cuadradas, con mucho genio cuando quiere), extrañada me preguntó. - ¿Ver el qué?- a lo que la contesté. -¡Pues el destello y a los mendigos atravesándose!-mi madre aún más extrañada me contestó. -¿Qué destello, que “mendigos”, si solo hay uno?- al fijarme vi que uno de los mendigos, el más blanquecino había desaparecido por completo. Sin embargo había algo diferente en el mendigo que aún estaba, algo que no encajaba…de repente me fije ¡al mendigo le faltaba la sombra! Esta vez decidí no decírselo a mi madre, por lo que pudiese decir, a si que le dije. -Habrá sido una imaginación...- Mi hermano (un chico fuerte, pero delgado, de piel blanca ojos marrones y pelo rubio, liso y suave como la seda) con tono de burla me dijo.- ¡Qué si pesado, que ya sabemos que estás loco!- Mi madre enfadada, le dijo a mi hermano.- ¡Fernando!, no le digas eso a Mark, ¡discúlpate ahora mismo!- mi hermano entre dientes me dijo. -Perdón Mark- yo amablemente le contesté. -No pasa nada Fer-.
     Durante el resto del día tuve una sensación muy extraña y como estuve sospechando desde lo del mendigo, esa noche, no dormí nada bien.
             






                 



ETERNIDAD

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       
 CAPITULO 1


  Miro por la ventana. La lluvia se estrella fuertemente contra esta. El viento susurra, con voz fantasmal, palabras incomprensibles. Un rayo surca el cielo; todo mi cuerpo se tensa y un amargo escalofrió me recorre entera.
  Enciendo una vela y cojo un libro de encima de mi mesilla de noche. Sé que leer no me ayudará a dormir, al contrario, pero me hará olvidar esta horrible sensación aunque  solo sea por un rato.






Volver a abrir los ojos


                               1.- Porque todo empieza cerca del final.

   Otra vez. Otra vez veía a esa mujer dando un paso más para allá, hacia la frontera. Siempre experimentaba una extraña sensación cuando la observaba, una sensación entre envidia y miedo. Siempre había querido dar un paso más para allá de la frontera, salir de este condenado sitio. Aun así, las leyes son claras y seguramente si no las cumplo mataran a todos las personas que me importan. Hasta ahí no puedo llegar.
Notaba que se estaba acabando esta pesadilla. Ya podía oír el sonido del viento y poco a poco iba notando mi cuerpo. Fue en ese momento cuando la vi. Mi sorpresa fue inmensa cuando descubrí que ahí estaba. Que siempre había estado. Mi madre. Esa mujer, que ocupaba todos mis sueños, ¿había sido siempre ella?. No lo sé, la respuesta a esta pregunta siempre será un misterio, pero ahora quiero seguir soñando, soñando con ella, con mi madre. Seguir contemplándola. Esto ya no es lo mismo sin ella y sin mi padre. Cuando murieron, de una extraña forma que nadie supo averiguar, yo y mi hermana pequeña Vivi nos fuimos con mi abuela a una pequeña casa a las afueras del pueblo. Una extraña casa, antigua y desgastada con el paso del tiempo. Pero, al fin de cuentas, un sitio al que llamar ''hogar''.
Me desperté. Ese sueño. Mi madre...
Giré la cabeza. Vivi dormía como un lirón al lado, siempre la he envidiado por ello, no tiene miedo a sus sueño, a lo que su mente pueda pensar. Miré al techo, observando las extrañas formas que la Luna creaba sobre este. No dormí mas en toda la noche. Aquel sueño absorbió toda mi atención. Aquel extraño sueño...